La luna puso luz en mi noche,
estrellas le acompañaban.
De la oscuridad escape
para toparme contigo;
cuerpos muertos danzaban
en el valle del olvido,
mientras, odio recolectaban
al encontrarse conmigo.
Fuego que hace crepitar mi corazón
poniendole una tirita a mi cerebro,
daños colaterales de esta función
son condimentados con enebro.
Y sudados al atardecer
creando mentes enfermas
que quieren verlos arder.
Ocultando nuestras cadenas,
bajo las llamas del amanecer
en el que nos fueron a meter.
Busca siempre y rebusca
esa melena de hierro.
Que te quiere hacer complice;
y con su agua bendice
tierra del limonero.
Que destilamos al verla
inerte en este agujero.
Somos las brasas
que ardieron hace tiempo,
ahora son ascuas,
mañana, serán fuego.
viernes, 31 de octubre de 2008
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